Parques, jardines y zonas verdes. Eficacia multifuncional.
Disfrutar de la cultura, de la sociedad del bienestar y de la oferta de servicios son algunos de los resultados positivos que se experimentan en las sociedades urbanizadas. Opuesto a ello, se encuentra el estrés, la contaminación y el ritmo de vida vertiginoso que padecen las personas que viven en esos entornos. Por esos motivos, las grandes ciudades desarrollan sus planes urbanísticos con zonas verdes naturales, porque incluso las propias ciudades precisan tener sus propios espacios naturales para respirar saludablemente.
Todas las grandes ciudades se enorgullecen de sus ejemplares y magníficas zonas verdes, cuya finalidad es doble: funcionar como aparato pulmonar de la ciudad y convertir el proyecto de ingeniería urbana en un espacio acogedor, natural y humano. Algunos de estos espacios verdes están muy presentes en el imaginario colectivo, además de ser iconos mediáticos representados en libros, series o películas. Por ejemplo, Central Park es uno de esos lugares que todo el mundo conoce sin haber tenido que estar en la ciudad de Nueva York. Otro jardín emblemático es el Jardin des Plantes de París, cuya construcción tuvo una finalidad medicinal y botánica. El Parque del Retiro, en Madrid, es una muestra de lo importante que resulta tener un espacio natural dentro de la ciudad. En Barcelona, el Parc de Collserola permite sentir el abrazo de la naturaleza mientras se aprecia la ciudad que, desde la distancia, parece reposar, serena y tranquila, de su incesante actividad. Los jardines y parques permiten que las ciudades se conviertan en lugares saludables donde vivir.
Sin embargo, a menudo, el desarrollo de las ciudades es tan rápido que resulta difícilmente controlable y los seres que habitan en ellas experimentan la falta del contacto con la naturaleza; algo que ya hace siglos, en Europa, se manifestó con la fuerza del Romanticismo. Hoy en día, la alta densidad de población en las zonas urbanas del planeta plantea que las zonas verdes existentes, que acostumbran a estar excesivamente concurridas, sean insuficientes para los proyectos urbanos que se llevan a cabo. El resultado de este proceso de masificación es que las personas buscan espacios menos concurridos donde poder retomar el contacto con la naturaleza, donde poder experimentar la tranquilidad y, como se define popularmente, donde poder “respirar aire puro”.
Así pues, conforme prolifera el desarrollo urbano, también prolifera la demanda de espacios naturales y se despierta la consciencia de cuidar y mantener el medioambiente. Los seres humanos sufren y padecen los agravios que cometen contra su entorno y experimentan el sufrimiento que se deriva de esos actos. Afortunadamente, hoy en día, se es cada vez más consciente de la necesidad de preservar el entorno natural en el que vivimos. Preservar esos espacios naturales medioambientales, cada uno con sus propias características, permite que los seres que necesitan estar en contacto con la naturaleza, aunque solo sea por un breve espacio de tiempo, puedan experimentar la placentera, beneficiosa y saludable sensación de respirar ese “aire puro” y de estar en contacto con la naturaleza. ¿Quién no ha deseado alguna vez escaparse aunque sea solo por un instante?
Actualmente, muchas terapias del ámbito de la salud, respaldadas por profesionales reputados, aconsejan a las personas disfrutar de entornos naturales, donde sea posible apaciguar la mente. En esas terapias se aconseja experimentar sensaciones tranquilizadoras y apacibles, a través de sencillos paseos por la naturaleza o mediante complejas técnicas de aromaterapia, cromoterapia, audioterapia, etc. Estas técnicas del ámbito de la salud funcionan como antídotos efectivos ante algunas enfermedades actuales, cuyo origen, en muchos casos, se encuentra en la incesante actividad mental desarrollada por el ritmo vertiginoso vital al que están sometidas las personas.
En Barcelona, además de sus maravillosos jardines y zonas verdes, es posible encontrar parques naturales cercanos a la ciudad, donde se puede volver a tener contacto con la naturaleza y experimentar esas sensaciones que actúan como antídotos ante algunas emociones aflictivas. Por ejemplo, el Garraf es uno de esos parques naturales, cuyo espacio medioambiental protegido respeta las características de la flora y fauna autóctonas para que se pueda experimentar el contacto directo con la naturaleza más auténtica. El entorno medioambiental del Garraf, por sus condiciones especiales y por su situación orográfica, se convierte en sujeto activo para tranquilizar el estado mental de las personas que lo visitan, donde el lugar se convierte, más que un paisaje turístico, en un pulmón para Barcelona y en un relajante bálsamo para la mente.
En cualquier caso, ya sea en una u otra ciudad, siempre es posible encontrar un jardín, un parque o una zona verde donde pasear, relajarse y sentir que se forma parte de la naturaleza. El resultado de la integración del espacio natural en la ciudad y de las personas en ese espacio natural varía en función de las condiciones y características de cada ciudad, de cada espacio verde y de cada persona. De todos modos, pasear, relajarse y disminuir la actividad mental, mientras se disfruta de esos espacios verdes, tiene siempre una eficacia multifuncional: un efecto saludable para las personas y un efecto humano para las ciudades.